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A una semana de la toma de posesión, la Costa Central y el país se preparan para la emblemática promesa de campaña del presidente electo Donald Trump: la mayor deportación masiva en la historia de Estados Unidos. De qué manera cambiará la vida para la comunidad inmigrante si el nuevo presidente cumple su promesa, dependerá en gran medida de la capacidad de todos para desenvolverse en el enormemente complejo sistema de inmigración estadounidense.
Los inmigrantes, los empleadores, los distritos escolares y la comunidad legal ya están haciendo cálculos sobre lo que podría cambiar y cómo deben alistarse.
“Creo que es aterrador en muchos sentidos”, dijo Karla Valadez, de 27 años, quien fue traída a Estados Unidos sin papeles cuando tenía 4 años. Watsonville es el único hogar que ha conocido.
“He construido una vida aquí”, dijo.
Valadez, trabajadora social del programa de asistencia para el alquiler de la Junta de Acción Comunitaria del Condado de Santa Cruz y estudiante de periodismo en Cal State Monterey Bay, recientemente pudo renovar su estatus migratorio bajo DACA , el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia de la era Obama. En teoría, eso significa que puede permanecer en los EE. UU. otros dos años. Pero no está segura de cómo su permiso funcionará bajo la administración Trump. Esta incertidumbre le genera temor.
“Solo pensar que eso me lo podrían quitar y ponerlo en algún lugar del que no tengo idea”, dijo.

Trump, que intentó eliminar el programa DACA en su primer mandato, ha dicho recientemente que quiere encontrar una forma de proteger a los llamados “dreamers” como Valadez, pero no está claro a qué se refería.
El Instituto de Política Migratoria estimó que en diciembre había 537.000 beneficiarios del DACA. Ni el presidente electo ni los miembros de su equipo han dicho cuál es su postura sobre las condiciones para permitir que los Dreamers renueven su estatus bajo el programa.
Algunos de los familiares de Valadez, que también son beneficiarios de DACA, no podrán renovar su estatus hasta que Trump asuma el cargo. Otro familiar que fue traído aquí cuando era menor de edad no cumple con los requisitos de edad para DACA, que establecen que los beneficiarios deben haber llegado a Estados Unidos antes de cumplir 16 años.
“Son totalmente indocumentados”, dijo. “Es aterrador pensar que puedo volver a casa y que alguien de mi familia pueda ser deportado por lo que está sucediendo”.
Kate Hinnenkamp, directora del Proyecto de Inmigración del Condado de Santa Cruz, dijo que la situación de Valadez y la ansiedad que la acompaña son típicas en la comunidad inmigrante, ya que la mayoría de las familias son de estatus mixto.
“Hay docenas, probablemente cientos personas con situaciones migratorias específicas y que tienen estatus migratorios diferentes”, dijo.
Como resultado, la mayoría de los inmigrantes están haciendo cálculos basados no sólo en sus propias situaciones, sino también en las de sus seres queridos. La abogada de inmigración Lizett Rodríguez Peña, con sede en Hollister, dijo que la llegada de la nueva administración ha provocado un miedo generalizado que amenaza con paralizar a la comunidad inmigrante.
“El miedo en general ha llevado a alguna gente a decir incluso que ni siquiera salgan, que simplemente vayan a trabajar y regresen a casa, lo cual, obviamente, no es el estilo de vida que queremos para nuestra comunidad”, dijo la abogada.
Rodríguez Peña insta a la gente a seguir viviendo sus vidas (ir a trabajar, a la escuela y recibir atención médica, por ejemplo), pero también a comprender sus derechos.
“Independientemente de su estatus migratorio, la Constitución todavía le aplica a usted”, afirmó. Eso abarca la Quinta Enmienda, que incluye el derecho a permanecer en silencio, y la Sexta Enmienda, que incluye el derecho al debido proceso y a un juicio rápido, afirmó.
Rodríguez Peña dijo que está respondiendo preguntas de inmigrantes, empleadores, proveedores de atención médica, y agentes de distritos escolares entre otros, a medida que se acerca el día de la Posesión Presidencial.
Pero incluso para los expertos, el sistema de inmigración de Estados Unidos puede ser complejo, especialmente cuando se trata de familias de estatus mixto.
“El escenario más común que vemos es aquel en el que los padres son indocumentados y los niños son ciudadanos estadounidenses”, dijo Hinnenkamp.
Una vez que los hijos llegan a la edad adulta, pueden solicitar que sus padres se conviertan en ciudadanos, pero eso no es tan sencillo como parece.
“Los padres no tenían permiso de entrada legal, por lo tanto, para que el niño pueda presentar una petición para sus padres, estos deben abandonar el país”, explicó Hinnenkamp. “Y en el momento en que abandonan el país, se les exige que permanezcan fuera del país durante 10 años”.
Otros supuestos caminos hacia la ciudadanía son aún más complicados, como por ejemplo cuando un ciudadano estadounidense solicita la admisión de su hermano no ciudadano.
“Si hoy solicito a mi hermano que venga de México, pasarán al menos 30 años antes de que esa petición sea aprobada”, dijo Hinnenkamp.

La mayoría de los demás estatus migratorios no ofrecen ningún camino hacia la ciudadanía, o, en el mejor de los casos, uno largo y estrecho.
“A veces se oye a la gente decir: ¿por qué la gente no hace cola? ¿Por qué no presentan la solicitud de la manera correcta? Para la gran mayoría de las personas, no hay cola para entrar”, dijo Hinnenkamp.
El primer paso para obtener la ciudadanía es asegurar la residencia permanente legal, o tarjeta verde. Pero este proceso se hace cada vez más difícil.El país emite menos de un millón de tarjetas verdes al año y es poco probable que la administración entrante de Trump amplíe esa cifra.
El sitio web de la División de Servicios de Ciudadanía e Inmigración del Departamento de Seguridad Nacional enumera docenas de clases de visas que permiten a los no ciudadanos trabajar, estudiar o viajar en los Estados Unidos. Los expertos en políticas de inmigración esperan que la nueva administración intente restringir las visas como lo hizo durante el primer mandato de Trump.
Ya ha habido un debate de alto perfil entre los partidarios de Trump sobre las visas H-1B para trabajadores altamente calificados, que el presidente electo ha dicho ahora que sí las va a apoyar. Menos clara es su postura sobre otros tipos de visas para trabajadores en campos como la agricultura, la hospitalidad y la construcción. Y, en el pasado, ha sido hostil cuando se trata de inmigrantes con el llamado Estatus de Protección Temporal, otorgado a quienes huyen de zonas de conflicto como El Salvador, Haití y Ucrania.
Karla Valadez, beneficiaria de DACA, señaló que incluso si la administración Trump permite que su programa continúe, solo le da dos años de autorización a la vez.
“No puedo pensar más allá de dos años, porque es cuando vence mi DACA”, dijo. “Por eso me resulta difícil tener sueños grandes que parezcan realistas”.
Ella tampoco puede salir del país y vive con el temor constante de cometer un error que podría hacer que la deporten.
“Siento que estamos alerta todo el tiempo porque queremos asegurarnos de que estamos haciendo todo bien y de que no estamos causando ningún problema ni estamos infringiendo ninguna ley de ninguna manera, sin importar lo pequeña que sea”.
“Intentamos no pensar mucho en eso, pero eso siempre está ahí”, dijo. “Siempre está ahí, en el fondo de nuestras mentes, una incertidumbre con respecto a si podremos estar aquí por el resto de nuestras vidas o no”.
CSUMB's Estella Porras contribuyó a la traducción de este artículo.